From Nueva Democracia
Comunistas, revolucionarios: tomar la iniciativa
Chile ha sido afectado por un gran terremoto y tsunami. Todos los grandes centros urbanos del centro y sur del país tienen severos daños; prácticamente todos los poblados rurales entre Santiago y Los Ángeles están en gran medida destruidos. Nuestro país está emplazado en una zona sísmica y rodeado de volcanes activos. Cada tanto tiempo ocurren grandes sismos y erupciones, grandes lluvias inundan también alguna zona del país casi cada invierno. Sabemos que estos eventos no pueden ser controlados, pero los enormes sufrimientos que acarrean a nuestro pueblo no se pueden atribuir únicamente a las fuerzas de la naturaleza. El terremoto es causado por la naturaleza, pero la catástrofe es causada por las miserables condiciones en que vive de la inmensa mayoría de nuestro pueblo. No todas las construcciones caen demolidas en los sismos sino sólo aquellas construidas con materiales de mala calidad; no todas las poblaciones se inundan con las lluvias, sino sólo aquellas que por reducir costos carecen de adecuados sistemas de desagüe. Si las construcciones de adobe aún existen no es por un especial amor a las casas viejas, sino porque las masas no pueden costear construcciones de buena calidad; si las familias no cuentan con ahorros y recursos para sobrellevar la destrucción no es por su falta de previsión, sino porque deben vivir el día a día con lo justo. Hoy nuestro pueblo sufre, pero la angustia es mucho aguda entre los más pobres, los que lo perdieron todo, quienes no tienen techo ni propiedades ni ahorros, los proletarios y semiproletarios que en las ciudades y el campo venían desde hace tiempo sufriendo el endeudamiento, la cesantía y la carestía de la recesión imperialista y que ahora sin techo deben sobrevivir con lo puesto; los artesanos y pequeños comerciantes que a duras penas sostenían talleres o almacenes bajo la presión de los monopolios y ahora destruidos, sin ahorros están forzados a tomar créditos usureros para reponer sus pocos capitales; los campesinos pobres que se endeudaron con los bancos para producir en sus pocas tierras y que ahora están en peores condiciones de conseguir precios aceptables para sus cosechas dañadas; los pescadores artesanales que venían sufriendo las restricciones en sus cuotas de pesca y que ahora además perdieron sus casas y embarcaciones. Los comunistas y revolucionarios compartimos este sufrimiento, nos debemos a nuestro pueblo y tenemos enormes tareas que desenvolver entre las masas, particularmente entre estas masas más pobres. Comunistas y revolucionarios: más de medio país debe ser reconstruido y sabemos que no podemos esperar nada de este viejo Estado que beneficie a nuestro pueblo. Proteger los intereses del pueblo no es el objetivo del gobierno –ni del que sale ni del que entra- ni de los congresistas, ni de los intendentes ni de los alcaldes, tampoco de los jueces, la policía ni el ejército. Ellos se deben únicamente al imperialismo, los grandes burgueses y terratenientes y a sus mezquinos intereses de clase. Nosotros debemos tomar la iniciativa en organizar a las masas. Como parte del pueblo, tenemos la ineludible tarea de promover la organización para resolver los problemas inmediatos de alimentación, vivienda y reconstrucción y para defender los intereses de la gran mayoría de los chilenos contra las arremetidas que ya preparan los explotadores nacionales y extranjeros. Aún cuando seamos muy pocos, aún cuando nos encontremos solos, debemos desenvolver sin demora nuestra actividad entre las masas más pobres. En cada lugar en que nos encontremos debemos impulsar brigadas populares de ayuda mutua orientadas a resolver los problemas inmediatos. En las poblaciones hay que organizar a los vecinos para la remoción de escombros y la reparación de las viviendas; estudiantes de educación superior deben organizar equipos técnicos que evalúen las viviendas, sus instalaciones de electricidad y apoyar también las tareas de limpieza y reparación; los profesores de enseñanza media pueden colaborar organizando a los estudiantes secundarios para que sean parte de las brigadas de trabajo, particularmente desde los liceos técnico-profesionales; mientras los profesores de enseñanza básica pueden apoyar en actividades en que mantener ocupados a los niños pequeños durante las faenas; los trabajadores de la salud pueden organizar campañas de atención a las zonas más alejadas y educar en el manejo de enfermedades que se derivarán de las precarias condiciones sanitarias en que será forzado a vivir nuestro pueblo. Entre los campesinos pobres debe también organizar la reparación de acequias, pozos y canales y colaborarse en las tareas de cosecha. Entre los pescadores artesanales se debe organizar la reparación de embarcaciones y muelles. Todo esto debe hacerse principalmente utilizando nuestras propias fuerzas y no pidiendo, sino exigiendo recursos del viejo Estado, que no es sino exigir que se restituya lo que éste toma de nosotros. Al mismo tiempo estas brigadas deben preparar las necesarias luchas contra las arremetidas de la gran burguesía, los terratenientes y los imperialistas que aprovecharán la mayor precariedad del pueblo para reimpulsar sus tentativas reaccionarias. La reconstrucción intentará ser cargada a las espaldas de las masas. Habrá que resistir a las arremetidas del gran capital que especulará con los precios de alimentos y energía; habrá que resistir a la usura de los bancos en los créditos para la reconstrucción; habrá que resistir a la flexibilidad laboral y la precariedad que se intentará imponer en los empleos; habrá que resistir a los bancos también en sus intentos por arrebatar las tierras de los campesinos pobres que se vean impedidos de pagar sus hipotecas. Debemos construir estas organizaciones bajo la orientación de nuestra línea de masas, sirviendo de todo corazón al pueblo, practicando el centralismo democrático y promoviendo la crítica y la autocrítica. Nuestras tareas de propaganda y agitación política deben desarrollarse simultáneamente. Debemos sostener una permanente denuncia a los explotadores que intenten aprovechar la situación de nuestro pueblo, a su viejo Estado que defiende sus intereses como también a los revisionistas y toda clase de oportunistas que intentarán sacar sus habituales prebendas electoreras. Debemos demostrar a las masas que la organización bajo una línea democrática y revolucionaria es el único camino beneficioso para nuestro pueblo El país necesita reconstruirse y no será el Estado ni los grandes patrones quienes lo hagan, será nuestro trabajo. Y esta reconstrucción puede hacerse sobre nuevas bases de organización de las masas, sobre una organización con perspectivas revolucionarias, uniendo a todos los activistas honestos en las tareas políticas de reconstitución del Partido y preparación de la guerra popular. Comunistas, revolucionarios: tomar la iniciativa.¡Promover la unidad del pueblo de Chile! ¡Organizar brigadas populares de ayuda mutua!
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